Por: Betty Astudillo.
Publicado el 29 de agosto de 1999 en el Diario 17
Con sus penurias y sus sorpresas, los niños mexicanos narran con emoción indiscreta lo que ven o lo que les cuentan y lo enriquecen con algo de su imaginación. Bien dicen que los niños tienen el alma “igual que el universo”, tan infinita pero a la vez delicada, en ella cobijarán su herencia, su mayor tesoro.
Pero desafortunadamente, los llamados futuro de la humanidad u olas de paz también comparten realidades crudas e inmerecidas, pues los niños son el sector poblacional más vulnerable de cualquier sociedad. Son considerados por los adultos como incapaces de proveerse los insumos necesarios o valerse por sí mismos, y como consecuencia de esta vulnerabilidad son los primeros en padecer la violencia intrafamiliar o sexual, desnutrición, enfermedades, explotación laboral (los cerillos son un caso especial), analfabetismo, aculturación y otros como prostitución, drogadicción, represión marginación, guerras, etc. Situación por demás grave, tomemos en cuenta que no pueden defenderse ni física ni emocionalmente y con el único derecho a obedecer, lo que los hace carecer de prácticamente todo.
Esta impotencia real, ellos la cambian por esperanzas, que tardan en llegar y muchos niños se van de esta vida sin mas pertenencia que el dolor y la miseria. Por ellos, los datos, las cifras y las estadísticas, dan un panorama de cómo va la tendencia del problema o la aplicación de soluciones; pero no revelan el sufrimiento real de los seres humanos que lo padecen.
Es por esto, que no se puede permanecer estoicos a una realidad ineludible, nunca serán demasiados los foros, las jornadas, los informes, las declaraciones, las reflexiones, los comentarios y toda acción encaminados a desaparecer cualquier carácter nocivo y protegerlos de la imposibilidad de comer, estudiar, jugar, favorecer su salud, su expresión y su desarrollo.
Cuando alguien piensa en la paternidad, debe recordar que un hijo es una de las bendiciones más grandes de esta vida, un compromiso y una responsabilidad maravillosos que deben ser producto de la razón, de la madurez y la estabilidad emocional, económica y profesional. Ellos merecen abrir sus ojitos en un mundo donde tengan los derechos, las oportunidades y los recursos para desarrollarse a plenitud; es inconcebible seguir heredándoles complejos, conceptos erróneos o prácticas incorrectas y hacer a nuestros niños víctimas o futuros verdugos ¡NO! Estos círculos viciosos deben romperse ¡ya! Nuestro país no necesita futuros adultos pasivos, carentes de responsabilidad e indiferentes ante las distintas problemáticas en las que estamos inmersos ¡con los que tiene es suficiente!
Recuerde, de nosotros depende que la ingenuidad, la confianza, la alegría desbordada, la imaginación creativa y la energía excepcional, siga siendo el sinónimos de la niñez mexicana, de las OLAS DE PAZ y no perderlos ahogándose en charcos de ignorancia y denigración.
viernes, 29 de junio de 2007
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