jueves, 14 de junio de 2007

La agonía del Papagayo

Por: Beatriz Astudillo

Amén. Fue la expresión que escuché al entrar al Parque Papagayo en la celebración de su aniversario. Una ceremonia católica en un espacio gubernamental que debe ser laico, estaba fuera de toda dimensión. Involucrar al Estado con la Iglesia no es correcto, luego son los perredistas los primeros en quejarse, sino pregunten a los diputados de la Ciudad de México, aunque claro, también es un espectáculo en el juego político.

Amén, esa palabra siguió conmigo durante mi recorrido por el lugar, ¿Será que le daban los santos óleos al parque? Me pregunté. La voz de mi pequeña, me volvió a la realidad ¿Verdad que es más bonito el de Morelia y Chapultepec?-Asentí con la cabeza-. Esto se convirtió en una presencia que me obliga a plasmar mi opinión en esta colaboración.

Para el Arq. Peter Walker, los espacios abiertos (aquí entran los parques urbanos) son igualmente importantes o incluso más importantes para la vida social y cívica moderna que los espacios interiores. En ellos convergen las personas de una comunidad: solas, en pareja o en familia, no importa el estatus social al que pertenezcan, en esos espacios públicos no hay distinciones, esa es su función principal, pero ¿Por qué es que algunas ciudades de la República Mexicana ponen ahínco en sus parques urbanos y Acapulco no? ¿Y qué ofrece en realidad el parque a los acapulqueños?

Después de conversar con algunos visitantes me di a la tarea de corroborar sus opiniones y efectivamente es tangible el deterioro del parque, sus lagos sucios y su falta de mantenimiento. Los visitantes coinciden en que el parque debe ofrecer mejores instalaciones, con un zoológico donde haya información real sobre la fauna que exhibe, [el maltrato y el stress de los animales enjaulados es evidente, esa infraestructura no es la adecuada para sostener vida silvestre, hace falta ambientación e información técnica, no quieren volver a ver letreros que digan “león: carníboro” (sic)]; y que muestre atractivos sobre la protección del medio ambiente, es decir que se constituya como un centro formal de Educación para el Desarrollo Sustentable, y por supuesto que alguien nos hiciera el favor de impartirle clases elementales de “ecologismo” a su Director, porque en su afán de impresionar a los visitantes y conservar el trabajo, utiliza elucubraciones bastante tenebrosas y alarmistas como: “va a venir un tsunami y se va llevar a los peces del lago y yo me quiero ir con ellos”, “no debemos quemar las montañas”, “nos estamos acabando la tierra” y “cuando llenaron ese paso a desnivel (asta bandera) había muchos cadáveres que dejó el huracán Paulina”(sic).

El parque Ignacio Manuel Altamirano es visitado por turistas nacionales e internacionales que gustan de descubrir la belleza natural de las regiones en las que vacacionan, por lo que le pregunto al gobierno del Estado ¿Con estos atractivos se pretende competir con los parques de la Riviera Maya? A propósito de sinsabores, a todos nos interesa que se resuelva el problema de los trabajadores de los juegos mecánicos, y es que debe recuperarse esa área del parque porque está ocasionando una mala imagen que a nadie conviene. Y hablando de imágenes claras, ¿Cuando se hará público el estado financiero del parque? Por que se habla mucho del déficit financiero, las deudas contraídas por administraciones anteriores junto con las concesiones de los servicios que ofrece pero nada de los egresos e ingresos actuales, igualmente de las acciones que implementarán para deslindar responsabilidades por la mala gerencia a la que alude esta administración del gobierno del Estado. Tratar los temas de medio ambiente implica responsabilidad y compromiso ¿Alguien los tiene con Acapulco?

No hay comentarios: