miércoles, 31 de octubre de 2007

La tierra del eterno sol


Bordeado por la majestuosa Sierra Madre del Sur y poseedor de la bahía más hermosa del mundo, Acapulco, en el estado de Guerrero, es el puerto turístico histórico por excelencia. Famoso por sus 365 días de sol y noches de fiesta al año, cuenta con un clima cálido y húmedo constante, así como un sinnúmero de aventuras para ofrecer entre las montañas que arrulla el mar.

Por los caminos del sur: timidez detrás del progreso
Todos alguna vez durante la infancia hemos tenido el deseo de gozar bajo su sol y bañarnos entre sus cálidas aguas, y es que es tal el magnetismo del lugar, que no hay nadie que se resista a hacer su sueño realidad. Pero Acapulco es más que sol, playa, olas y atardeceres. Ofrece a sus visitantes una gran diversidad de ecosistemas dentro y fuera de los límites de la ciudad, cada uno con encantos inimaginables para explorar o sólo para admirar la belleza de sus paisajes en un descanso a la vista y al alma.

Sin temor a darle la espalda al imponente mar y olvidarnos por un momento del bronceado, subimos al poblado de Cumbres de Llano Largo localizado detrás de la escarpada montaña que domina la Bahía de Puerto Marqués. De pronto, ante nuestros ojos se descubre la tímida y desapercibida riqueza natural de la ciudad: enclavadas en los cerros encontramos impresionantes rocas de granito que saludan al visitante con pequeños reflejos de sol. Ellas nos platican que son las rocas más antiguas de la Tierra y que han sido testigos del paso de la vida por el planeta desde los dinosaurios hasta el hombre. No podía faltar, como el marco perfecto a la ciudad, el espectáculo de su bella vegetación, que se compone principalmente de selva baja caducifolia y mediana subcaducifolia. Estas selvas nos obsequian paisajes verdosos con manchones grisáceos durante los meses de diciembre a mayo, periodo que se conoce en la región como época de secas. Enfatizan su presencia el palo morado (Peltogyne mexicana), el palo gateado (Astronium graveolens) y la cyca de cerro (Zamia loddigesii) todas ellas especies protegidas bajo la categoría de amenazada y la bella orquídea (Oncidium andreanum) endémica de las costas del Pacífico (NOM-059-SEMARNAT-2001), cuyo género, Oncidium, es también llamado de la dama danzante, ya que cualquier pequeña brisa mueve sus flores como en un baile.

Bellos cuerpos lagunares rodean el puerto, destacando entre ellos Tres Palos y Laguna Negra de Puerto Marqués, en la zona oriente de la ciudad y Laguna de Coyuca hacia el poniente. En estas lagunas la vegetación predominantemente es el manglar, sobresaliendo en el paisaje el mangle rojo (Rhizophora mangle) y el mangle blanco (Laguncularia racemosa), en donde se puede observar a las aves tropicales en sus santuarios. Es sorprendente que tan sólo en la Laguna de Coyuca se puedan disfrutar 250 especies de aves.

Qué decir de las partes medias y altas de la Sierra Madre del Sur acapulqueña, donde se alcanzan altitudes de 2,000 msnm y más. El visitante puede deleitarse con el nacimiento de algunos de los ocho ríos que bañan al municipio y espléndidas cascadas con una gran variedad de fauna silvestre habitando entre su accidentado relieve, perfecto para explorar con un guía experimentado. El fuerte declive ofrece al turista osado una excitante aventura con nuevas emociones entre sorpresivos encinares y pinares a pocos minutos de la ciudad.

Nuestro presente: con la ley a favor
Durante los años 50’s y 60’s del siglo XX, Acapulco emerge como el joyel turístico con el que México se posiciona en el mercado internacional. Sin embargo, toda buena historia tiene sus inconvenientes, porque al desarrollarse la actividad turística, Acapulco crece en forma alarmante y desordenada, convirtiéndose en una ciudad cosmopolita y propiciando la inmigración de habitantes, principalmente de Guerrero y Oaxaca, que buscaban mejorar su calidad de vida. Todo esto ocasionó impactos negativos al medio ambiente, ya que con este crecimiento se eliminó de forma irracional la flora y fauna local y se contaminó directamente la bahía con aguas residuales y desechos sólidos.

Por fortuna, en la actualidad el contexto de nuestro país va transformándose y el tema de medio ambiente ocupa lugares cada vez más preponderantes para la población y hoy día, Acapulco cuenta ya con áreas naturales protegidas federales o estatales como el Parque Nacional El Veladero, El Santuario La Cañada Las Brisas, la isla la Roqueta y sus tres lagunas costeras. Los ecosistemas que ahí se protegen son muy importantes para la conservación, porque son de las pocas selvas y manglares que quedan en su frente costero y que contribuyen a mantener el microclima y la belleza escénica que lo caracteriza. Además, son fundamentales para mantener la calidad del agua y la diversidad biológica, ya que aportan nutrientes al mar y evitan la erosión de la costa, con lo que se reduce el aporte de residuos sólidos que impactan de forma negativa al medio marino. También garantizan la conservación de sitios de refugio, anidación, reproducción y alimentación ¿de qué especies? y la permanencia de poblaciones o fragmentos de ellas y su germoplasma, así como el aporte de semillas y propágulos a las comunidades adyacentes.

No es de extrañar que en estos ecosistemas destaquen la presencia de magníficas especies de plantas y animales que por su belleza o utilidad hoy se encuentran en riesgo y aparecen enlistadas en la Norma Oficial Mexicana (NOM-059-SEMARNAT-2001) con algún estatus de protección. Entre ellos podemos mencionar al murciélago narigudo (Musonycteris harrisoni), endémico y en peligro de extinción; al coatí (Nasua nasua) y al zorrillo pigmeo (Spilogale pygmaea) también endémicos y amenazados; el jaguarundi (Herpailurus yagouaroundi) inscrito como amenazado y el armadillo (Dasypus novemcinctus) una especie típica del puerto, vendida indiscriminadamente a los turistas que gustan de exhibirlos embalsamados. Entre los reptiles se encuentran la boa (Boa constrictor), la iguana negra (Ctenosaura pectinata), especies en la categoría de amenazadas, y la iguana verde (Iguana iguana) hoy sujeta a protección especial, ya que los pobladores elaboraban con ella platillos típicos de las costas guerrerenses como los tamales y el caldo “afrodisíaco” de iguana, además de que también se bebían su sangre porque se creé que le confiere valor a quien lo hace. Historias como esta, cargadas de fantasía han puesto en riesgo a varias especies en toda la República Mexicana.

¿Se imagina, amigo lector, recorrer senderos bajo el vuelo del perico frente naranja (Aratinga canicularis) y el carpintero pico de plata (Campephilus guatemalensis), ambas especies sujetas a protección especial o del loro corona lila (Amazona finschi) endémico y amenazado, en las frescas tardes con una ligera brisa marina golpeando su rostro o escalando entre las enormes rocas esculpidas por la acción del tiempo y corrientes milenarias? Atrévanse a descubrir el por qué Acapulco es siempre esplendoroso y por qué dicen los que saben que quien le ha visto, jamás le podrá olvidar.

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